MISTICA DE TRABAJO

MISTICA DE TRABAJO
A pesar de que en el año 1964 toda la gestión municipal había encontrado eco, aprobándose el Proyecto de Creación del Colegio e incluyéndose en el Presupuesto Nacional la partida respectiva, el oficio circular N° 02 de fecha 14 de Enero de 1965 cursado por la Primera Región de Educación con sede en Chiclayo, inquietó al pueblo. Esta comunicación, entre otras cosas, decía que antes de proceder a la apertura de planteles nuevos, cualquiera fuera su nivel, se realizaría un estudio previo de la posibilidad de su funcionamiento, determinando los recursos humanos y materiales con que contaban y si el número de alumnos no alcanzaba a 30, no funcionarían los plantes que se hubiesen creado, según Art. 182 de la Ley Orgánica de Educación Pública.

De esta comunicación se hace una trascripción al Diputado Ramón Abásalo Rázuri (ver copia 4) y en el pueblo se lleva a cabo una fuerte campaña de convencimiento para que los jóvenes que habían terminado sus estudios primarios fueran matriculados en el Colegio de La Huaca.

Para esta campaña surge la presencia de dos incansables personas que, con listas en mano, golpeaban a las puertas de las casas donde se supera de un posible alumno.

Hoy que pensamos sobre la efectiva labor de los señores Juan Adrianzén Rivas y Gregoria Morán Ruiz, le damos el verdadero valor y lo que significó en aquella época difícil, en que al padre de familia se le iba a proponer la educación de su hijo a cambio de privarlo de un par de brazos que le ayudaban en las tareas agrícolas para llevar el diario sustento a su hogar.

El rostro adusto y preocupado o la sonrisa y el brillo en los ojos que presentaban estos dos personajes luego de cada entrevista, nos indicaban palmariamente el resultado. Trabajaban sin horario, en las mañanas muy temprano o en las noches para encontrar al campesino en su hogar; emprendían caminatas bajo el ardiente sol veraniego para convencer a la gente de Viviate, Nomara, Miraflores o Macacará.

Ardua fue la tarea, el cuerpo se cansaba, el ánimo también, pero cuando pensaban en lo que significaba la presencia de un colegio en nuestro medio, sus flaquezas se convertían en vigor y allí estaban nuevamente, tocando a la puerta, fuera esta de roble, de vidrio, de esteras, de ?varas? o de ?calamina?.

La gratificación que doña Gregoria y don Juan recibieron, fue el comprobar que los alumnos matriculados llegan a 44, lo que significaba el funcionamiento del colegio.

A personas como aquellas no deberiamos dejarlas que el polvo del olvido las cubra, sino que nuestro recuerdo las haga más luminosas, tenerlas en nuestras mentes y difundir sus acciones para ejemplo de las generaciones presentes y futuras.

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